Si se tomara conciencia en profundidad de la Presencia real de Jesús en la Eucaristía entre las manos del Sacerdote y en las nuestras al comulgar, no tendríamos palabras para expresar este Misterio de fe, sin embargo, somos pobres mendigos, peregrinos hambrientos y sedientos del Amor inexplicable de Jesús, Dios hecho Pan de Vida, para colmar nuestra hambre de su Amor Divino y llenar nuestra vasija de barro con sabor a buen vino y Vida eterna.
Manuela González Aguilera
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