jueves, 21 de febrero de 2013
viernes, 15 de febrero de 2013
¡Oh Jesús Amado!
¡Oh Jesús Amado!
Que arrepentida estoy,
De haber rechazado tu Gracia,
No podía aceptar, ese Don.
Tan impensable,
Tan imposible para mí,
Tan indigna...
Cómo, aceptar tu Beso,
Como, sellar tus labios,
Con los míos, tan “feos”
Eso no podía ser...
Es un engaño espiritual,
No viene de tu Espíritu.
Tú, Majestuosamente,
Conociendo mí pesar,
Inclinaste tu rostro hacia mí,
Me besaste en la mejilla,
Me besaste, en la barbilla.
Volviendo en mí,
No salía de mi asombro,
Ha debido ser, un sueño,
Un sueño hermoso, increíble.
He soñado que mi Amado,
Ha bajado a visitarme,
Y ha sellado con beso enamorado,
Este Amor de Dios,
Incomprensible y “loco”.
Manuela González Aguilera
viernes, 8 de febrero de 2013
Me duele el dolor humano
¡Ay, Señor, cómo me duele el dolor humano!
¡Cuánta aceptación en la lucha para ganar la batalla, a esta enfermedad llamada Cáncer, en este siglo.
¡Cuánta impotencia, ante la enfermedad terminal de familiares y amigos!
¡Cuánta indignación ante la pérdida del Bien Social!
Apenada te traigo tanto dolor, porque confío en Ti,
Creo en Tu Palabra, tú promesa, todo es para bien de los Amas.
El sufrimiento humano sin tu Luz, no tiene sentido, asociado a tu Cruz Redentora, sana y salva.
Sana mentes y corazones enfermos.
Bajas al infierno de nuestra vida, para arrancarnos del sufrimiento inútil, nos fortaleces y
vigorizas; nos confortas y vivificas, nos das valor para afrontar la dureza de la vida y
elevarnos hacia Ti, para gozar aquí y ahora un cachito de tu Cielo.
Jesús, por los méritos de tu Pasión, danos tu bendición.
Bendice, nuestro dolor e incertidumbre.
Bendice nuestras enfermedades.
Bendice a todos, los que no tienen techo, pan y vestido.
Bendice a los que no tienen trabajo.
Bendices a cuántos han hipotecado su vida, para ofrecer a su familia una casa digna.
Bendice la desolación de toda la tierra.
Tú que entregaste hasta la última gota de tu Preciosa y Divina Sangre,
por Amor a nosotros y por nuestra Salvación, que no sea en vano, tu sacrificio, Señor.
Antes bien, sea por siempre tu Amadísima voluntad. Amén
Manuela González Aguilera
martes, 5 de febrero de 2013
Oración meditada
Evangelio según san Lucas 9, 46-50
En aquel tiempo se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros». Palabra de Dios
Oración meditada
Trinidad Santa, os invoco en esta hora de oración, estoy en vuestra Presencia, os pido que seáis mi guía. Necesito conocimiento de vuestra Ciencia y Sabiduría, para conoceros y amaros desde vuestro Divino Amor; para conocer vuestra voluntad en mí y ofreceros mi voluntad a la vuestra.
Para mi razonamiento y orgullo, no entiendo el por qué, otros son los mayores, y yo estoy en último lugar -como recluida y con manos atadas-. No es tenido en cuenta el trabajo, el servicio, la entrega a Ti, en los demás, en mi tierra.
Tú conoces las miserias de mi corazón, y me hablas al corazón, a través de la Palabra:
«El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor»...
Me hablas de pequeñez, humildad, apertura hacia Ti, para descubrir tu voluntad en mí; y descubro lo importante que soy para Ti, a pesar de mis miserias. En realidad, es lo que más deseo: ser para Ti, no para el mundo. Pero he de renunciar a los primeros puestos, y necesito vuestra ayuda, para ser limpia de corazón y olvidarme de mi misma, de mi presunción. Ser pequeña como niña, acoger, escuchar y recibir tus cosas, con humildad y sencillez de niña, como quieres Tú.
Trinidad Santa, ayúdame a cumplir vuestra voluntad.
Manuela González Aguilera
En aquel tiempo se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor». Tomando Juan la palabra, dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre, y tratamos de impedírselo, porque no viene con nosotros». Pero Jesús le dijo: «No se lo impidáis, pues el que no está contra vosotros, está por vosotros». Palabra de Dios
Oración meditada
Trinidad Santa, os invoco en esta hora de oración, estoy en vuestra Presencia, os pido que seáis mi guía. Necesito conocimiento de vuestra Ciencia y Sabiduría, para conoceros y amaros desde vuestro Divino Amor; para conocer vuestra voluntad en mí y ofreceros mi voluntad a la vuestra.
Para mi razonamiento y orgullo, no entiendo el por qué, otros son los mayores, y yo estoy en último lugar -como recluida y con manos atadas-. No es tenido en cuenta el trabajo, el servicio, la entrega a Ti, en los demás, en mi tierra.
Tú conoces las miserias de mi corazón, y me hablas al corazón, a través de la Palabra:
«El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor»...
Me hablas de pequeñez, humildad, apertura hacia Ti, para descubrir tu voluntad en mí; y descubro lo importante que soy para Ti, a pesar de mis miserias. En realidad, es lo que más deseo: ser para Ti, no para el mundo. Pero he de renunciar a los primeros puestos, y necesito vuestra ayuda, para ser limpia de corazón y olvidarme de mi misma, de mi presunción. Ser pequeña como niña, acoger, escuchar y recibir tus cosas, con humildad y sencillez de niña, como quieres Tú.
Trinidad Santa, ayúdame a cumplir vuestra voluntad.
Manuela González Aguilera
Suscribirse a:
Entradas (Atom)