lunes, 29 de diciembre de 2014

¡Busco en tu corazón, mi morada!

María, cansada del camino,
le apresura encontrar sitio,
lleva el Niño en sus entrañas,
la Luz, se adelanta.

José afanoso, pide al posadero posada,
le urge, hallar morada,
está por nacer el Niño,
no tienen abrigo, cobijo, ni nada.

La Fe, a gritos exclama,
¡Pasad! ¡Pasad por aquí, Familia Sagrada!
Es un sitio pequeñito, lleno de musarañas,
el vigía quedose dormido, sin encalar la casa.
María…
María, pasa callada,
mientras José se aparta,
en el silencio de la noche,
alumbra la Luz del Alba.

¡Qué admirable maravilla!
¡Qué Don sin palabras!
¡Venid, pastores, venid!
¡El Verbo es la Palabra!
¡Ya se encendió la Luz!
Ha nacido la Esperanza.
¡Oh Verbo encarnado,
Cachito de cielo, que a la tierra ha bajado!
¡Voy a limpiarte este sitio!
¡Para que nunca de aquí te vayas!
¡No tengo para ofrecerte, Oro, Mirra, ni nada!
Soy pobre, y sin Ti, desdichada.

Ayúdame con tu Gracia,
a mantener este fuego de Amor,
quema con Él, todas las musarañas,
dame un corazón limpio,
quiero ser para Ti, nueva y blanca morada.

En este poema están recogidas las tres virtudes Teologales:
FE, ESPERANZA Y CARIDAD          

Manuela González Aguilera

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