lunes, 29 de diciembre de 2014

Amado Maestro

Amado Maestro, a Ti recurro,
te ruego que me enseñes,
acéptame como discípula tuya,
aunque sea torpe en entender.

He aprendido que me quieres feliz,
para ello, me enseñas en la vida misma.

A no mirar a nadie más que a Ti,
pues solo Tú, la Verdad absoluta,
me enseñas la verdadera imagen de mi misma.

No soy mejor que los demás,
lo que más me molesta en el otro,
es reflejo de mi propia imagen.

Por eso, quieres que tenga la mirada,
puesta, solo en Ti, para aprender de Ti.

Amado Maestro, enséñame a soltar amarras,
que nadie, ni nada, me separe de Ti.

Cada criatura tuya, tiene su propio ritmo,
no soy abogado, ni juez,
soy una aprendiza, levemente iniciada.

Ante Ti, tendré que dar cuenta del Amor,
que haya sembrado a mi alrededor,
de la compasión que haya tenido,
incluidos a quienes me hayan hecho daño.

Al igual que Tú en la Cruz,
perdonaste toda deuda,
me enseñas, a no deber nada a nadie,
más que Amor,
pero esta enseñanza,
es para mi propio crecimiento y felicidad.

Amado Maestro,
que tus enseñanzas en mí, no queden estériles,
envía a mi corazón, al Espíritu Santo,
para que sea Él, el motor que mueva mis pasos,
la fortaleza que estremezca mi alma,
el Amor Santo, que rija mi vida,
para cumplir tu encargo.
Por tu Amada pasión, amén.

Manuela González Aguilera

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