martes, 26 de diciembre de 2017

Postrada ante tu Divina Majestad

Postrada ante tu Divina Majestad -en la advocación Medinaceli-, vengo a darle gracias.

Gracias Nazareno, de tez morena y cálida mirada, por ser compañero de aquel viaje, rodeada de gente tan y solitaria.

Gracias por tantos años de Amor de Dios regalado.

Gracias por ser mi Fuerza y Consuelo, en aquellas tierras lejanas, tierras movedizas y ahogada.

Sólo Tú, Tú mano alzada levantóme del lodo, que todos pisaban.

La muerte rondaba mi alma, un hilo conductor unía espíritu y mortaja, muerta en vida estaba.

Tú, sólo Tú, único Defensor, entre piedras muertas, que muerte daban.

Oh Señor, encomendada a Ti, en un mar de lágrimas, tus pies bañaba.

Tu Compasión, tu serena mirada, de Amor mi corazón traspasaba, convirtiendo el agua en vino, la muerte en vida trocaba.

Gozosa bendición mi garganta cantaba, dichoso encuentro, Amado con su Amada, para nunca más morir, sin ser bien Amada.

Manuela González Aguilera

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