La oración es vital para mí, como oxígeno para el alma,
no haría ya mi vida sin hablar con el Señor a través de la oración.
De la oración con Jesús, salgo restaurada,
nueva, agradecida por sus muchos beneficios.
Más Paz y Bien recibo en la oración silenciosa del corazón,
que dejar a mí lengua suelta entre las cosas del mundo,
este otro menester en muchas ocasiones me ha creado
y crea malestar y arrepentimiento.
Manuela González Aguilera
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