jueves, 3 de noviembre de 2011

Querido Padre

Me pregunto porqué no te escribiría antes esta carta.
Tal vez sea, porque me he alejado de Ti, entretenida en un mundo de luces apagadas...
Tal vez porque estoy mal, conmigo misma y con algunos en mi corazón...
Tal vez, como le ocurrió a la caperucita del cuento, "el lobo" me engañó para desviarme del camino...
Tal vez sea, porque tengo tanto ruido interior, que no escucho tu voz...
O Tal vez, porque no hay sitio en mi corazón para Ti.
Pero Tú, como buen Padre, conocedor hasta de los más íntimos secretos, sabes la confusión que tengo, los cilicios inútiles con los cuales castigo mi alma. Y has querido con esta carta, como de casualidad:

Parar este estrés de vida.
Para que esté contigo en este momento...
Para hablar conmigo... pero sobre todo... 
Para escucharte... 
Para ver lo mal que voy por el camino del "lobo"...
Para tomar conciencia de lo enferma que estoy...
Para cortar este ritmo de vida caduca...
Para que comprenda que la caridad, como no la practique conmigo misma, es imposible que pueda proporcionársela a nadie...

Gracias Padre, por cuidar de mi alma en la tempestad de mi vida.
Tu hija Manuela... 

Manuela González Aguilera


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.