Amado Señor, la vida sigue su curso,
aún en el dolor que causa la separación física
de un ser querido para siempre.
Los días se suceden unos a otros y nosotros envueltos en ellos,
hasta que nos llames a tu Presencia hacia la Casa del Padre,
dónde no habrá más llanto, ni dolor, ni luto.
Danos tu fuerza y consuelo, tu Paz y tu Amor,
para caminar contigo día a día,
no nos abandones Señor que perecemos.
Por tu gran Bondad, no nos sueltes de tu mano.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén
Manuela González Aguilera
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