domingo, 16 de agosto de 2015

Quietud del Sagrario

En esta quietud del Sagrario,
el alma se mueve a sus anchas,
como Pedro, mi corazón exclama,
“qué bien se está aquí”.

Tú discípulo,
quería montar tres tiendas,
yo, me adentraría en la celda
de un Monasterio,
para contemplar el Misterio de tu Amor.

Pero al igual que a Pedro,
me llamas a “Jerusalén”,
a servir, Amar, a dar vida,
a coger la cruz de cada día,
cuidando la familia,
compartiendo los dones recibidos.

Gracias Jesús,
por bajarme de la “nube”
y despertarme a la realidad de la vida,
donde te sirvo día a día. Amén

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