domingo, 16 de agosto de 2015

¡Cuánto silencio!

¡Cuánto silencio al entrar en el templo Señor!
Es una gozada para mí el silencio,
me ayuda al encuentro contigo.

Con tus discípulos te pregunto: ¿Dónde vives Maestro?...
En el silencio medito tu Palabra,
como música en el alma, “ven y verás”.

Mi corazón te pregunta de nuevo: ¿A dónde he de ir Señor?
Con una sonrisa exclama: “A mi Casa”,
soy torpe Señor y de vista cansada, acompáñame Tú,
para no perderme entre la musaraña.

“Ven, voy a revelarte un secreto,
el lugar al que quieres que te acompañe, Soy Yo,
Yo Soy la Casa donde habita tu alma,
Soy Yo quien la guarda, la mima y Ama,
quien la guía y enseña a caminar hacia mi Reino,
Soy tu morada Santa.

Señor, si Tú me acompañas, nada he temer,
llévame de tu mano, por dónde quieras Tú,
hágase en mí tu voluntad.

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