Ahí está mi Dios
¡Qué carita, Dios mío!
En la lágrima y en la sonrisa,
en la humildad y la ternura,
en el Amor que brota del corazón, ...
en la complicidad de las miradas,
sin mediar palabras, dice todo,
la expresión y gestos de sus rostros.
El rostro de Dios en el ser humano,
cuando el ser humano,
se hace pequeño como niño.
¡Qué carita, Dios mío!
En la lágrima y en la sonrisa,
en la humildad y la ternura,
en el Amor que brota del corazón, ...
en la complicidad de las miradas,
sin mediar palabras, dice todo,
la expresión y gestos de sus rostros.
El rostro de Dios en el ser humano,
cuando el ser humano,
se hace pequeño como niño.
Manuela González Aguilera
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