lunes, 17 de diciembre de 2012

Camino de Belén


María y José van de camino a Belén, subida en la mula Ella, y José a pié. Cada año, los acompaño en este camino de fe. Más era el sitio, que no encontraban, donde quedé. Tantos detalles se me pasaban... dormida, en el Portal de Belén.
En aquel entonces, el mundanal ruido de las posadas, las gentes instaladas, las puertas cerradas y el egoísmo, brotaban a flor de piel. Nadie les abría la puerta, aunque escucharan la llamada de José. 
¿Para qué molestarse en abrir? ¿Y si me complican la vida, qué? Mejor es ignorarlo, que pase de largo y llame a otra puerta pues... 
Tan solo un posadero malhumorado, por la insistencia de José, les dio alojamiento en un portal, alejado de la casa, a él y a su mujer. El silencio de la noche, fue testigo de la Luz, que acababa de nacer.
¿Qué diferencia hay, del hoy, con el ayer? 
Jesús nace por la fe, sigue enviando mensajeros... nos envía a María y José. La historia se repite una y otra vez, continúan encontrando trabas, tanto hoy como ayer. El mundanal ruido, las puertas cerradas, la gente instalada y el egoísmo humano, nadie quiere, saber de Él.
Sus preferidos son los pobres, camino de Belén. Los pobres materiales, para que se les dé de comer; los espirituales, porque tienen hambre y sed de Él. 
Los enfermos, tullidos y ciegos... los “consideraos” menos que basura, por su pobreza y escasez,  gritan unísono:
¡Jesús, sálvame!
Para eso vino al mundo, y lo puso de al revés, los últimos serán los primeros, en el Reino de Yaveh.  

Manuela González Aguilera



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