A veces, viene a mi recuerdo la figura del “hombre viejo”, más parecido a una “bestia” que salía de mi cuerpo, abandonándolo a regañadientes. Cómo vi esto, no lo sé, fue un momento, como un “flas”. Buscando una explicación razonable, pensé: “Me he debido quedar dormida, ha sido un sueño” Pero la verdad es que no lo sé.
Sueño o no, lo significativo de esta experiencia, es que el Encuentro con Jesús, expulsó el mal que habitaba en mi interior, haciéndome infeliz y sembrando infelicidad a mi alrededor.
Jesús, soltó amarras, cortó las cadenas que llevaba arrastrando años... me hizo libre para Amar, invitándome a comunicar la Buena Noticia…
Me hizo grandes regalos:
La vida en su Vida, para gozarla.
Su Paz, para sembrarla.
Su Paz, para sembrarla.
Su Amor, para donarlo.
Su Alegría, para compartirla.
Su Alegría, para compartirla.
El Don de la Eucaristía, para fortalecerme en el camino.
La Palabra, como Luz y alimento espiritual.
La Palabra, como Luz y alimento espiritual.
La oración escrita, para compartir la Grandeza de su Amor al mundo y las maravillas que hace...
Eternamente estaré agradecida al Señor, por cuánto ha enriquecido tan pobre vida.
Manuela González Aguilera
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