sábado, 30 de marzo de 2013

En esta hora Santa


En esta hora Santa de tu ausencia…
Rompiendo espacio y tiempo,
Me sumerjo en el mar de confusiones 
De tus primeros discípulos, 
Desconcertados y entristecidos,
Huyendo temerosos, sin saber donde esconderse.

Han crucificado a su Maestro como un maldito,
Ellos, que esperaban que fueses Rey de Israel,
El Libertador, Rey de los judíos.

El mundo se les vino encima,
La noche y el fracaso, 
Envolvían de oscuridad toda la casa.

Sus expectativas y esperanzas,
Murieron contigo, Jesús de Nazaret. 
Momentos difíciles y aterradores,
Para los que te siguieron y creyeron en Ti. 

Dudas y miedos los paralizaron,
¿Qué hacer ahora? ¿Adónde iremos? 
Solo Él, tenía palabras de vida eterna,
Solo en Él, teníamos vida abundante,
Solo con Él, caminábamos seguros.

¡Oh Maestro! ¿Por qué nos has abandonado?
Por qué te has ido, sin hacer nada por Ti,
Tú, que resucitaste a tu amigo Lázaro,
Curaste al leproso, diste vista a los ciegos,
Echaste andar a paralíticos... ¿Por qué, Señor?

<<¡Oh Pedro, Pedro!
Hombre de poca fe, no habéis entendido nada,
Yo no he bajado por mí, bajé por vosotros,
Para abriros las puertas del Reino de mi Padre.

Para salvaros del pecado, que os lleva a la muerte…
Para mostraros el Camino, que os lleva a la Vida,
Para daros Vida en abundancia,
Para mostraros la Verdad, que os hará libres y felices,
Para mostraros el Rostro y el Amor de mi Padre,
Para enseñaros a amaros los unos a los otros...

Pedro, Pedro, he Resucitado para Gloria de mi Padre,
He vencido a la muerte por Amor a la Humanidad,
El sepulcro está vacío, nada queda allí,
Si tuvieses capacidad para entender este Misterio...
Irradiación de Luz Blanca, es mi Cuerpo Glorioso.

Recuerdas mis palabras: (Mc 14, 58)
Yo destruiré este Templo hecho por la mano del hombre, y en tres días volveré a construir otro que no será hecho por la mano del hombre. 

El templo que yo quiero, es tu corazón Pedro,
El corazón humano, para sellar en él, mi imagen,
Para que seáis en Mi, otro “Cristo” en la tierra y en el cielo,
Para Gloria de Dios, mi Padre y Padre vuestro.

Manuela González Aguilera

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